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Mezcla de cuentos y zumo de fantasías (3)


Irremediablemente se iba a suscitar un desenlace  triste en una tarde lluviosa y gris, se sentía una tristeza en el ambiente, un trágico cuento sin final y todo porque los adultos mayores, han dejado de creer en la fantasía, de duendes y hadas, castillos y dragones. Hoy iba ser inmemorablemente el último aliento de una preciosa hada. Pues su humana custodiada habría dejado de ser niña y pasado a la adolescencia; con su primer beso, fue un flechazo directo al corazón como el primer amor que hirió de muerte a la hada. Toda la gentecilla menuda de la naturaleza se encontraba con pena por la muerte de la hada, la que le dio a su custodiada la belleza al nacimiento, misma belleza causal de su muerte pues la hada le había regalado el respaldo de la belleza y el don del canto que la hizo ser una célebre artista del pop. En sus últimos segundos de vida, se arrepintió el hada por otorgarle ese maravilloso regalo de la belleza física y hubiera deseado que su custodiada fuera fea para que nadie se pudiera fijar en ella. Pero, sabiendo que, al casarse la joven, un bebe humano nacería y por ende, tras la primera sonrisa del bebe, una hada nacería. Un ciclo de la vida que ni los ángeles tienen derecho de intervenir, hasta que se les solicite la intervención divina y su protección, sólo hasta eso pueden acceder a las vidas de los humanos. Fue así, que decidió el hada, antes de dar su último aliento de vida. Prevenir que otra hada más muer en el proceso del crecimiento de los humanos, deseo con la fuerza de su generosidad, que su custodiada al tener un bebe este sería horrible para que no encuentre el amor, para que su niñez no desaparezca aún de grande y sea buena persona y generosa, con la virtud del dibujo y la facilidad de hacer rimas, para que pudiera obtener la ayuda de los duendes y así evitar a toda costa la ayuda de los demás humanos aunque tuviera que vivir en la completa soledad, pero gracias a eso, se le otorgaría el don de tener contacto con la gente menuda y los elementales de la naturaleza; haciendo por ende, mágica su vida y que no pierda nunca la fantasía infantil que los elementales necesitan para vivir. Y sin más remedio, la muerte la cubrió en pálidos sueños y se fue secando lentamente ante los ojos llorosos de sus amigos los duendes y las luciérnagas iluminaban su tumba para su eterno descanso y que su alma haga nacer un frondoso árbol, que los humanos necesitan para respirar y vivir. Todo en está vida, mis lectores hay un equilibrio perfecto y nada es por casualidad, la naturaleza crea obras maestras para que ambos planos místico-divino se equilibren en el planeta Tierra y así, allá la perfecta armonía. Necesitamos en estos tiempos, más cuentos de fantasías y mágicas sorpresas que hagan vibrar nuevamente a los corazones de añoranza, para revivir la felicidad cuando eran niños y podían ver y jugar entre las hadas que revoloteaban alegremente alrededor de los niños con las travesuras de los duendes que eran tan divertidas. Así, su custodiada creció, se hizo adulta y como lo había planificado el hada antes de su muerte. Ella se casó, y se embarazó, supo que iba a tener una niña, lo supo por medio de sueños extraños y aunque no podía percibir el rostro de quien sería su niña, estaba encantada y segura de que su hija no sufriría de mal de amores puesto que seguramente sería igual de bonita como su madre lo fue de niña. Pero algo no marchaba bien en su embarazo, estaba complicándose y tenía la amenaza de aborto. Ella lloraba por su infortunio y fue a visitar a su abuelita que desde niña no había visto. Al estar en su casa, empezó a mejorar su salud, pues su abuelita sabía remedios naturales que como si fuese obra de magia, se sentía llena de energía por sus deliciosos tes que le preparaba su abuela desde niña y recordaba los olores, y ese olor, le hizo que recordara sonidos, como el de la melodía tierna que salía de un alhajero con su bailarina donde guardaba celosamente sus pulseras que hacía con conchitas de mar. Subió al ático para buscar su alhajerito, regalo de siete años. Recordaba que de niña le gustaba el ballet y le gustaba el cuento del cascanueces y su hermosa melodía. Encontró sus cosas muy bien cuidadas y no se veían estropeadas aun con el paso del tiempo. Encima del baúl, había escarcha dorada. De niña, le gustaba hacer manualidades con esa bonita diamantina de colores, además recuerda entre sueños que una voz femenina le hablaba cariñosamente pero no recordaba exactamente que era. Bajo su cajita musical del ático, con mucho dolor bajaba y con cuidado de no caerse, entro a su antiguo cuarto; su abuela aún conservaba sus antiguas muñecas de colección, incluso esa marioneta de payaso que le regalo su padre antes de morir, pero nunca le gusto y aun de grande sentía que esos ojos la espiaban. Guardó el payaso en el ático y lo encerró en su baúl, pues aún le daba miedo, sintió como si algo tocaba dentro del baúl, y tuvo miedo, se apagaron las luces, se incorporó rápidamente y bajo corriendo, pero por las prisas que llevaba resbaló de las escaleras y se calló de sentón. Cómo pudo logro levantarse y fue a recargarse en la pared, de repente pudo ver una cajita de madera que desde niña guardo de bajo del primer escalón de la escalera que estaba rota. Se agacho y se llevó la cajita  al sofá, ahí guardaba sus últimos dibujos antes de que se mudara. Los miro con melancolía y se asombró al ver sus dibujos de hadas y entonces pudo recordar a su amiga la hada y de reojo sintió unos pasillos que corrían de la cocina a esconderse en el rincón donde tenía guardada su cajita, era su secreto celosamente de niña y vio un dibujo sorprendente, pareciera que su esposo era aquel príncipe azul de sus dibujos, pues tenían ciertas características que claramente le identificaba. Sonrió y lo guardó en su bolso, fue  su cuarto para dormir y sorpresivamente, encontró la marioneta del payaso recostado en su cama, tuvo miedo. Volvió a repetir la misma acción, subir al ático y encerrar el payaso en el baúl. La luz se volvió a apagar, y el miedo le corría por las venas, nuevamente se escuchaban golpes en el baúl, pero está vez bajo de prisa, sin fijarse como pisaba los escalones y se cayó. Se levantó con un dolor en el vientre pero se le pasó, no le dio importancia porque escuchó el timbre y era su esposo que  llegaba de un viaje que le duro un mes pero parecían eternos para la joven que decidió visitar a su abuelita para no sentirse sola. Amorosamente se abrazaron y emocionadamente, le enseñó aquel dibujo que de niña hizo hace muchos años. Su esposo se asombró por las características tan parecidas en el dibujo y miro perdidamente la imagen y entre una extraña visión, los dibujos cobraron movimiento se acercaron y se besaron. Era una locura, probablemente se encontraba cansado por el largo viaje, pero sonrió y beso a su esposa. Entre reojo vio el payaso sentado en la mecedora, pero no hizo ningún comentario al respecto aunque no pudo evitar sentir escalofríos pues precia que lo miraban malvadamente con sus ojos de malicia, pero suspiro profundamente antes de permitir que tuviera paranoia ocasionada por un muñeco extraño. La abuela de la joven se empezó a sentirse enferma y tosía demasiado, tanto hasta dejarla en camada. A media noche, la muchacha oyó llorar a un niño cerca del cuarto de su abuela, estaba en cuclillas y cubría su cabeza con sus manos, pensó que se trataba del hijo de la vecina y se acercó a consolarlo, y al mirar la cara del niño se asustó al ver que era un enano anciano, se enjugo sus lágrimas y mentalmente, le dijo a la muchacha que ya descansaba en paz y que su alma había partido al mundo de las hadas, y su hada madrina que tuvo de niña la vino a recoger ya que su abuela nunca había perdido esa chispa de fantasía porque a pesar de su ancianidad seguía teniendo fe en las hadas y en los duendes. Pues su abuela había sido bruja y ya había terminado su misión, por eso las hadas habían venido a recogerla y que no había sufrido, se fue tranquila a un plano espiritual más elevado que el que se van los humanos, se convertiría en una hada reina y ya estaba destinada para custodiar a un nuevo bebe que nacería pronto. Escuchado esto, corrió a ver a su abuela que yacía muerta pero su rostro figuraba un semblante tierno y realmente parecía que descansaba en paz. Miro a la puerta y el extraño ser ya no estaba, ahora a ella le toco contemplar el funeral de su querida abuela, toda la gente del pueblo se consternaba y se entristecía por el desenlace de la anciana  muy querida por todos, y su entierro fue bello, místico y mágico, los árboles se desojaban, marcaban el inicio del otoño, de un otoño triste y era la entrada de un equinoccio, las mariposas adornaban la tumba, las cigarras se escuchaban tristes y se escuchaba a lo lejos el tintineo de unas leves campanillas. Entonces el tiempo transcurrió, vivir en casa de la abuela ya no era tan lindo, recordaba melancólicamente como su abuela le hacia esas galletas de avena que tanto le gustaban, pero pronto recordó que se robaba unas galletas y subía al ático un vaso con leche, prendió la televisión y estaban pasando una caricatura animada de las hadas, miraba atentamente y recordaba a sus amigas supuestamente imaginarias, que jugaba con unos niños que no pertenecían al barrio pero recordaba que eran algo feo, tenía miedo de ellos pero a la ves sentía un aire de confianza y hasta le parecían agradables. Muchos recuerdos pasaban en su mente, pronto recordó el anillo que guardaba su abuelita y que nunca usaba pero de niña veía que a solas lo sacaba y lo acariciaba lentamente. Buscaba a ciegas el anillo, no tenía idea donde se encontraba, pronto sintió un revoloteo como de pájaro entrar al armario de la abuela, pero la ventana estaba cerrada y no había modo de que un ave despistado entrara, pero eso hizo centrar su atención en el armario y encontró el anillo, lloro desconsoladamente y se puso el anillo. Perdió el conocimiento y no supo de ella hasta que despertó en la sala de urgencias de un hospital, su bebe nacería a los siete meses, nada estaba planeado, ella lloraba por su bebe… sin embargó todo termino, y tuvo cesaría pero no hubo más complicaciones ms que naciera la bebe prematura pero sana aunque tuvo que mantenerse en la incubadora por unos días. Las cosas marchaban a su ritmo, pronto dieron de alta a la muchacha con su bebe, pero algo sorprendió al matrimonio, la niña había nacido con un síndrome extraño, con el síndrome down y una ligera mal formación en su rostro, la muchacha lloro por el infortunio que le esperaría a la niña de grande, que no iba encontrar el verdadero amor como ella lo encontró, bella e inteligente pero su niña con ese defecto que le hizo aborrecer a su propia hija y presentaba síntomas de depresión posparto y no podía resistirlo, se sintió decepcionada, su esposo no le daba crédito el asco que su esposa tenía por su bebe, que tanto tiempo lucharon por tener un lindo bebe. El padre de la niña descubrió en ella, una belleza interna y además era muy inteligente, pudo observar que mientras crecía la niña su madre se volvía cada vez más desinteresada en cuidarla, no la quería. Por su culpa había dejado el canto y perdido esa vida de estrellato que tenía, discutía con su esposo y le reprochaba el mal de la niña culpándolo; sin embargo, el padre vio un dibujo diferente a los que su hija acostumbraba dibujar mientras rimaba canciones que ella misma inventaba y más bien parecían conjuros que cada que decía uno, algo extraño sucedía y lo que predecía la niña se hacía realidad. Su padre doblo el dibujo y lo guardo depositándolo en un buro de su oficina, pero se olvidó de eso. Pero mientras su esposa limpiaba el despacho, encontró el extraño dibujo que había hecho su hija, ya que está había dibujado a su padre con la maestra y ella… se encontraba flotando en el cielo, no pudo resistirlo y huyó de casa, abandonando a su familia, se estrelló en su coche justo antes en el kilómetro 13 de una avenida maldita donde se veían fantasmas de payasos y en el retrovisor vio esa marioneta de payaso que hizo perdiera el control y se impactara en un poste que le hizo morir en el instante. FIN!



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