Bien dicen que la costumbre puede obrar milagros cuando no queda ni última alternativa, no puedes escapar, no puedes hacer nada, que nada más cruzarte de brazos y esperar a que transcurra el día sin sabores, entre ensueños y pensamientos encontrados. Pero cuando sales de casa, el mundo parece más amable y el entorno cambia a un paisaje veraniego a vísperas de navidad un diciembre que parece prometedor y hasta algo mágico. Es frío y a la vez estremecedor del no saber qué va a pasar, que tal si sucede o no tal cosa, es disponerse a la suerte buena o mala, y seguir la rutina como siempre, ¡Qué aburrido! Parece que la casa de Ana es la única con estilo, en la que siempre suceden cosas insólitas y entre sus grietas ver salir a una tarántula negra y meterse a otra, es como parte de una escena de película de terror. El olor a humedad a casa vieja, e rechinido de las puertas cuando se van abriendo por el viento. Qué la gente no hable cuando la ven pasar no es nada raro y más aún que no qu...
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