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ILUSIONES


Estaban los paramédicos reanimando a una accidentada, ella estaba en estado ilusorio entre visiones y delirios, suspendida entre dos mundos. Miraba como un demonio le penetraba algo que le causaba dolor, era cómo una piedra afilada. Pero a su vez, sentía una luz cálida tornasolada que hacia su sacrificio placentero, este tenía alas semejantes las de un ángel, sin embargo eran alas como de murciélago. –“¿Nunca podrás deshacerte de nosotros?”-, decía el ángel negro. Ella rogaba a Dios y pedía descansar en paz. –“No puedes pedir salvación, eres hija de la Luna, la maldición nunca podrás romper si te matas. Empeoraras más la situación de tu familia y vas a regresar al mundo.”- De pronto sintió unos escalofríos y la tierra temblaba, los paramédicos volvían a reanimarla hasta que lo lograron; súbitamente abrió los ojos, ellos respiraron aliviados y todos aplaudieron. Pero la joven no recordaba absolutamente nada del accidente, parecía solo un sueño. Se miró llena de sangre, sus manos estaban empapadas. Le habían puesto un respirador artificial y sus ojos estaban humedecidos en sus propias lágrimas. Una enfermera con gazas le estaba limpiando su cara. A lado de ella pudo ver la imagen de una monja que oraba por ella y de repente se desvaneció, su cuerpo estaba entumecido, realmente no le dolía nada y no recordaba que era lo que había ocurrido. Pronto se percató que sus manos estaban atadas con esposas, no daba crédito lo que le sucedía. –“A penas se recupere será juzgada por los crímenes que cometió”- escucho a un médico, la habían atado a la cama. No comprendía por qué se encontraba en esa situación, intentaba recordar pero nada se le venía a la mente. Lloraba mucho, ahora la anestesia ya había pasado su efecto, se sentía mal y le dolía la cabeza. Una enfermera se acercó y le metió medicina en su suero y poco a poco, empezó a sentirse calmada y con sueño. Se resistía pero sin evitarlo se entregó al sueño. En ese lapso escuchaba gritos que le causaban mucha angustia un grito que se parecía al de Ana, su vecina. Lloraba y le rogaba que no lo hiciera… ¿Qué no hiciera qué? Se cuestionaba una y otra vez. Una pesadilla que se repetía constantemente y despertaba gritando y sudando frío. Una de las enfermeras tuvo valor de hablarle, todas le tenían miedo. Había matado cruelmente a su vecina que sufría constantemente burlas de ella, era un placer para Ana burlarse de ella y procuraba cada instante para hacerle ver su suerte. Leonor tenía un grupo en Facebook, quién era popular por sus publicaciones de Gole. Hasta que un día, uno de sus fans destacados y el amigo “más cercano” del grupo quién sabía todo lo que Ana le hacía a Leonor le propuso una tentadora venganza. Ya era justo que parara toda su burla y sus humillaciones, tenía que pagar. Preparo todo, encontró una alcantarilla cerrada sin tapa, suficiente para que pueda caber una persona, iba a darle una lección a Ana que nunca podría olvidar. El resto de la siguiente semana, se dedicó a casar ratas callejeras, para depositarlas en la coladera abierta. Sin darles comida para que, pudieran servir a la hora de su venganza. Esa noche, sería una noche de terror para Leonor y su última cena de Ana. Leonor había convencido a Ana de lo que le hacía le hacia sentirse mal y humillada pero Ana seguía burlándose, -“Eres fea, Jajaja. Tienes cara de garrapata, hueles a caño.”-, le decía Ana. –“El collar de mi mamá se me cayó en una coladera y quise sacarlo. Yo no pude y a penas regrese a casa por unas pinzas y me encontraste. Ana tiró a carcajadas estruendosamente, eso molesto más a Leonor. –“Era de Oro, si eres astuta podrías recogerla y quedarte con el anillo”-, dice Leonor con mirada maliciosa, a Ana le brillaban los ojos, ya tramaba como recoger ese anillo. De la nada Ana dejo de molestarla y se retiró, ahora la que reía era Leonor, tenía que retirarse cuando antes, pues quería ver como tirarla sin que Ana la viera. Ana encontró la coladera, y estaba cerrada, con todas sus fuerzas levanto la tapa, podía ver el brillo del anillo. Sabía cómo encontrarlo y al inclinarse para ver más de cerca, una rata brinco “disparada” y le mordió el dedo, cómo pudo volvió a tapar la coladera. –“Mierda”- Jacta Ana, Leonor miraba atenta y con esa sonrisita maliciosa, nunca había reído tanto. Un señor se acercó a ayudar –“Esa coladera debe estar llena de ratas hambrientas señorita, no debería arriesgarse tanto”-, dudo Ana por un momento, -“Ese anillo vale mucho, le puedo dar hasta la mitad de lo que me den por ello.”- El señor accedió con emoción, la risa se tornaba más maquiavélica, ambos escucharon la risa, pero ya se habían obsesionado por agarrar ese anillo. Por fin logro destaparla, otra rata brinco directamente al cachete del señor, la rata estaba trabada, mordió con fuerza y el señor gritaba de dolor, -“Oh maldita sea, mierda”- gritaba dando vueltas por todos lados agarrando a la rata para intentar zafársela, Ana le pego con un palo y la rata se soltó y está huyó, la rata fue a correr rumbo a los pies de Leonor quién la miro y gimió ruidosamente pero le tiro una piedra y termino por irse. El señor pudo liberarse de la rata, pero le dejo un oyó en el cachete,  -“tremenda mordida”-  pensó Ana con asco y miedo. –“Yo no sé cómo le haga señorita, quédese con su dinero diabólico.”- Leonor se asustó al ver que el Señor se dirigía por su rumbo y este le vio con su cachete desangrándose, miró lo que cree que ella miraba. –“No le recomiendo que se acerque a ayudarla, hay ratas asesinas en esa coladera y podrían matar a alguien despiadadamente si alguien resbala ahí.”-  amenazó el señor, se cubrió el cachete con su mano que se teñía de rojo, -“¡Ayuda, ayuda!”- gritaba de extremo dolor. Mientras que Ana seguía ideando cómo sacar el maldito anillo de ese lugar. Destapó la coladera pensando que saldrían las ratas huyendo, salieron tres y no hubo más bulla ni movimiento, así que decidió entrar para facilitarse a recoger el anillo aunque después se bañaría treinta y cinco veces seguidas si fuese necesario. Un coche que paso cerca le salpicó lodo en su espalda e hizo que perdiera el control y se callera. Se lastimo su rodilla del pie izquierdo pero algo brilloso le llamo la atención. Cómo pudo, se arrastró hacia el anillo y lo recogió. Así transcurrió un tiempo sin haber ruido, Ana observaba el lugar para cómo poder escapar de ahí. Leonor estaba desilusionada, pasar a mirar, para ver que sucedía con Ana. Miró a lo profundo y ahí estaba Ana, -“Maldita sea, no le paso nada. Pero la caída fue el comodín.”- pensó, -“Leonor, ayúdame. Deben de a ver ratas por aquí, mordieron al señor que me ayudó. Yo me incliné y resbalé, parece que me lastime el tobillo pide ayuda.”- Leonor se reía casi cómo se reía Ana… -“Oh no, ya me convertí en Ana.”- Y abruptamente cortó su carcajada, -“Leonor, iba a rescatar tu anillo. ¿Cómo puedes tratarme así? Te prometo que no me volveré a burlarme más de ti y seré tu amiga.”- Leonor, se asombró de lo que Ana dijo, -“¿Estás segura?”- Ana asintió con su cabeza. –“De acuerdo, te ayudaré. Toma mi mano”- dice Leonor, pero Ana la jaló fuerte que hizo que Leonor se resbalara y callera encima de ella. Ante ese ruido, un descomunal grupo de ratas enormes estaban corriendo rumbo a la coladera abierta. Pasando por encima de las muchachas que gritaban y se abrazaban con un horro profundo hasta salir de la coladera. Leonor quedó cubierta de rasguños con heridas muy profundas, mira a Ana que sólo tenía golpes y ni un rasguño. Leonor quedó llena de odio y Ana estaba temerosa, -“Mira, te ayudo a salir y buscas ayuda para mí. Pon tu pie sobre mis manos, te impulsó y sé que alcanzarás la orilla para salir, no seas rencorosa Leonor”- Leonor suspiro hondamente –“¡De acuerdo!”-, dijo y subió su pie y tal como dijo Ana, la impulso para alcanzar la orilla, ella logró salir y tapo la coladera. –“¿Qué te pasa Leonor? ¡Ayúdame!”- Leonor se quedó mirándola y estaba desangrándose de las heridas que las ratas le habían causado y se estaba desmayando. Tras el ruido que ocasiono un millar de ratas que venían buscando salida desde otros lugares encontraron la tapadera cerrada y cayeron encima de Ana quién gritaba, -“¡No lo hagas Ana, no lo permitas!”- las ratas le mordían todo su cuerpo y gritaba aunque no pudo hacer nada, Leonor dejo de escuchar el escándalo de Ana –“¡Ya no más!”- susurró con victoria, -“¡Ya no más burlas, ahora sí puedo descansar en paz!”- Leonor perdió el conocimiento mientras su cuerpo seguía desangrándose, de una llamada anónima al 911, hizo que una Cruz Roja y paramédicos atendieran a Leonor. Otros abrieron la coladera y se encontraron con la horrible vista del cuerpo desmembrado de Ana, que hasta los huesos podían vérsele. Recogieron el cadáver y dieron primeros auxilios a Leonor. La llamada de emergencia acusadora que Leonor había cometido tal crueldad. Cuando paso tiempo en recuperación y después de encontrarse entre recuerdos desgarradores y delirios que trastornaban su cerebro quedó hospitalizada en una clínica de enfermos mentales de por vida. Sigue viendo a su “ángel custodio”, un demonio que se encarga de darle sufrimiento hasta el momento de su muerte para que después Lucifer tome su alma, ya que por el acto que hizo se había condenado de por vida a permanecer ante el infierno de sus propias locuras y cuna de su gran miedo.



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