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BUEY VIEJO, SURCO DERECHO

BUEY VIEJO, SURCO DERECHO.
(Mundo Paralelos)
Por: Alma Fuentes. (4 de agosto del 2018)

¿Será posible que alguien sin preparación y sin estudios pueda hacerse ganar de su trabajo, una cantidad semejante a la que ganaría una persona con estudios y carrera?, ¿A caso, las experiencias personales no te hacen ganar sabiduría? Mientras que a uno le dicen, -“No vas a poder”-, ¿Cuántas veces he escuchado que la gente que sí pudo lo digan? o este cliché: –“Se necesita años y años, de preparación”- Y el orgullo queda desairado, pero más cuando a uno se le pica el ego que es más fuerte que la debilidad física, es más motivante. Y entonces luchas y te caes… desfalleces en el intento. Por correr te has desmallado y apareces en la cruz roja. Lloras y lloras, entonces te dicen: -“Tenía razón. No ibas a poder, casi te matas. No tienes condición física, deja de hacer tonterías por el amor de Dios”- Te dicen y es qué eso hace que te brillen los ojos ya no por orgullo sino por coraje. No estoy yo para contárselos ni ustedes que me lo crean pero algo que me motiva es el atletismo, es trotar en la naturaleza y mientras lo hacía, conocí a alguien que mientras descansábamos empezó a contarme su historia, que ahora es un gran maratonista y que le costó casi la vida por tres ocasiones. Ya le habían dicho que fuera a escuchar misa y se encomendara a San Charbel, cómo en la Catedral de Mérida está una imagen del santo, iba cada domingo a pedirle, que le dejara correr y completar su maratón. Y salía al terminar la misa sin persignarse por la falta de fe, pero en esa puerta estaba una viejita pidiendo limosna, está le estiraba la mano pero él groseramente le negaba la ayuda. La viejita alzó su rebozo y dejo ver uno de sus ojos y está murmuro unas extrañas palabras que escuchó el deportista y ella le dijo con su brilloso ojo rojo: -“Hombre de poca fe”- le amenazaba. Cómo su única oportunidad para entrenar era de noche, se dirigió rumbo al Periférico y empezó con una caminata ligera, de pronto vio como un gato negro le estaba siguiendo, vio cómo al gato le brillaba el ojo derecho igual cómo la limosnera de la catedral. Tuvo mucho miedo, sentía cómo le temblaban las piernas y tuvo fuerza para huir del gato maldito. No supo cuánto corrió  pero si noto que había aumentado su velocidad, pero su corazón se aceleraba y le faltaba respiración. Prefirió volver caminando pero de pronto vio como un perro café le seguía ladrándole y vio que mientras más corría, más le perseguía y se hacía grande hasta volverse un ser sobrehumano que lo correteaba, así fue que regreso en la madrugada, por segunda vez, pero despertó en la cruz roja… por segunda vez. Está vez, las enfermeras le estaban curando unos arañazos profundos en sus piernas en forma de red y él gritaba mucho por cada que la enfermera le tocaba su pierna. –“¿Qué rayos le ocurrió en el monte?, es peligroso, no debería de entrenar en esos lugares por los malos aires que puede cargar uno, hay muchas cosas extrañas y sólo los aventureros logran atravesarlo pero saben a qué se atienen”, sentía escalofríos y veía que la enfermera cogía y le chorreaba sangre de un ojo, además que era muy brusca en sus tratos a pesar que se encontraba en el área de emergencia. –“Ya no me toque, me lástima”- decía, -“Aguántese cómo los hombres”- le regañaba la extraña enfermera. –“¿No va a venir algún doctor a verificar esto?”- preguntaba y más le brillaba el ojo a la enfermera y veía cómo se limpiaba la sangre con una bandita estirilizada. Él se asustó, -“La hija de la limosnera”-, pensó. –“Esa bruja no tiene hijas”-, le contesto la enfermera pero en su mente y él se quiso levantar. –“Ayúdenme, ayúdenme está enfermera está loca”- gritaba asustado mientras el doctor de guardia llego con una nueva enfermera con temple más cálido. –“Cálmese señor, le vamos a atender pero es que hay mucho paciente que atender.”- Él buscaba a la enfermera por todos lados y no estaba. –“¿Dónde está la enfermera que me atendió cuando llegue?”- Preguntaba asustado, -“Quiero que le reporte por sus malos tratos.”- decía para el asombro del doctor y de la enfermera, -“Nadie le ha atendido desde que llegó. Hasta ahora que estamos nosotros.”-, entonces grito de dolor y la enfermera levantó la sabana ensangrentada: -“¡Qué horror! ¿Quién le hizo está mordida?, Si llego solamente bajo de la presión. Necesitaba descansar y reponerse del esfuerzo físico.”- él palideció y trago saliva pesada y tartamudeaba: -“Pe… pero, es que…ella. Era una enfermera, estaba cuidándome estás heridas.”- la enfermera lo veía asustada. –“Pero señor, no tenía ninguna herida cuando lo trajeron casi inconsciente.”-, le decía mientras le curaba la herida y se desmayó. El día siguiente vio todo normal cuando la Cruz Roja parecía tétrica de noche, ese día todo estaba más claro y aparentemente normal. Ya no le dolía su herida y así llego al domingo la promesa que le había cumplido a San Charbel, está vez, dejándole unas cuantiosas monedas de propina para la gratificación de sus favores. Escucho misa cómo siempre y al salir de la puerta principal para no dar con la limosnera que le asustó la otra vez, se la volvió a encontrar y está vez le dio limosna, la misma cantidad que le dio al santo, la viejita se asombró y se llevó sus manos al pecho por su asombro. Entonces le susurró al oído: -“Agáchate, hijo mío. Para darte la bendición y agradecerte tu ayuda que le dará de comer a mi gente.”- Esta vez la noto tranquila y humana, se disipo la imagen de bruja aunque la oración que oyó se escuchó extraña cómo si hubiera sido en latín o el padre nuestro al revés. En eso, sintió una ráfaga de energía sobre su cuerpo, de arriba hacia abajo y su corazón le latía cómo cuando después de correr. Dejo de ir a misa cada domingo, pues empezó a tener muchas actividades que le impedían ir cada mañana. Se quedó sin trabajo y empezó a “botear”, pidiendo apoyo a los demás compañeros deportistas que se inscribían a la carrera de la bici ruta de Montejo. Tuvo respuestas inmediatamente. La misma gente que corría a su lado era la que estaba enterada de sus esfuerzos y su logro, de cómo entrenaba para lograr sus propósitos que a pesar que mientras alguien le decía que no iba a poder por su complexión delgada, este se empecinó y empezó a tener resultados. Más fue su sorpresa que lo que junto por la ayuda de la misma gente, logro conseguir para comprarse tenis nuevos un equipo nuevo para concluir con su entrenamiento. Así duro un mes aproximadamente y su vida transcurrió normal. Con ese dinero que juntó, compro un billete de lotería y un miércoles ganó su premió. Este ayudo a sus compañeros con donaciones en equipo para entrenamiento, motivándoles para que no se rindieran en su camino. Su prima, que siempre le decía que no iba a poder, decidió acercarse al muchacho para ayudarle a ayudar a los demás compañeros; decidió ir a vender tacos de canasta en el puerto y con algo tan sencillo, lograron recaudar una gran cantidad de dinero, para seguir con el objetivo. De llegar a más personas, su hermana era una mujer sin preparación que logro encontrar su trabajo a su medida y remunerado mientras compartía las ayudas de beneficencia. A pesar de su complexión logro realizar sus metas y cumplió sus más anhelados deseos, este tuvo una vida bendecida por las brujas y todo cuanto se le cumplía algo muy cercano a él se le moría. En esos primeros años, nunca le dio importancia a tantas muertes que se enfrentaba, ya que se trataban de sus mascotas que una por una iban cayendo, pero poco después de sus allegados a él. Fue que decidió retirarse y alejarse de las competencias, ya había logrado mucho… en tan mucho, de lo que otras personas pudieran a ver creído que lo que había generado había sido producto de varios años, muchos años. Tal cosa no fue así, fue por el esfuerzo y la constancia que logrado a su experiencia de vida en su fe que logró obtener gracias a esa viejecita. Pronto la recordó y quiso regresar a la Catedral a llevarle dinero y darle las gracias pero además decirle que ya no necesitaba de su ayuda, más fue su sorpresa que al salir de misa ya no la vio se fue a la otra puerta y tampoco al contrario, vio muchas caras apagadas y tristes, llorando por la anciana que había fallecido. Él repartió el dinero entre los limosneros que quedaban y cada uno dio su bendición y se marchó llorándole a la anciana sin saber agradecerle o reclamarle por todo lo que le había pasado tanto tiempo. Siguió con su carrera atlética y está vez se inscribió al maratón de la marina y al cruzar la meta cuando recién le habían puesto la medalla en el cuello se desmayó… Nuevamente cayó en la Cruz Roja amenazado de muerte y soñó con la anciana: -“No hijo, aún no es tu tiempo… despierta y corre por tu mundo, aun te falta más que recorrer.”- Está vez volvió a ver la enfermera con el ojo rojo, sin embargo esa vez le sonrió y le dijo: -“No te preocupes ella estará bien su trabajo en este plano ya termino, ahora seguirás su labor.”- Dicho esto, la enfermera se desvaneció entre las paredes, despidiéndose con la mano. FIN             

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